Desde tiempos muy remotos se habla de la Historia como “Maestra de la vida” Pero ¿Nos ha servido de algo aprenderla?
La Historia Maestra de la Vida
Hasta la fecha hemos aprendido a transportarnos a grandes velocidades, comunicarnos al momento desde y hacia cualquier lugar del mundo. Conocemos mucho sobre la vida de nuestro planeta, empezamos a escudriñar nuestro universo e iniciamos el entendimiento de la vida misma con los descubrimientos genéticos. Sin duda nuestra capacidad de aprender es enorme. ¿Por qué no hemos aprendido a vivir en paz? ¿Por qué no aprendemos a ser justos? ¿Quién nos enseñó a creer que era natural que unos humanos vivan con todos los privilegios y otros sin cubrir sus necesidades?
Y si se dice que “el pueblo que no sabe su historia está condenado a repetirla” ¿Tiene la Historia, como maestra de la vida, algunas respuestas?
La Historia es parte de nuestras vidas
Cuando pensamos en la Historia, es probable que la imaginemos como una simple narración muy, muy larga, en la que todos están de acuerdo, acerca de cosas que ocurrieron hace tanto tiempo que no tienen nada que ver con nuestras vidas. Pero en realidad…
La historia es importante en nuestras vidas. Nuestra historia personal es parte de una historia más grande. Lo que hacemos a diario está condicionado por todo lo que pasó antes, y esas actividades también van construyendo la historia todos los días. Por otro lado, la historia forma parte de nuestra vida porque la aprendemos en las escuelas. Aunque esas dos historias no parecen juntarse siempre.
El contarse historias unos a otros para compartir experiencias vitales es un proceso esencial para comunicar y recrear de todos esos valores, costumbres y significados que llamamos cultura. Sin embargo, no hay una historia única y verdadera. Las fuentes de la historia son muchas y diversas, que van desde el propio hogar, la escuela, medios de comunicación, iglesias y más. Fuentes con distintos enfoques y estilos. Y también con diferentes intenciones.
La incertidumbre es una certeza de la que podemos partir
Cuando La Historia, ya con mayúsculas, se vuelve propiedad de las instituciones, se convierte en un instrumento de poder. Por eso lo más común es que la difusión del conocimiento histórico responda a los intereses de quienes difunden o se proponen enseñar su versión de la Historia, ya sea en la escuela, la televisión u otros medios.
Por eso, la Historia que se escribe para los libros escolares, suele ser muy diferente a la realidad.
Entonces ¿es posible encontrar respuestas en la historia? Respuestas cien por ciento ciertas… no. Pero sí experiencias que pueden explicarnos cómo actuamos a diario y en el futuro, referentes que debieran ser tomados en cuenta en cada decisión que tomamos.
Enterarnos de que lo que sabemos de historia puede no ser cien por ciento cierto, nos ha confundido más. Si es así ¡excelente! La Historia con sus modos de escribirla, difundirla y aprenderla, se nos presenta como un proceso confuso y complejo, plagado de opiniones, inconsistencias y contenidos no siempre confiables.
Hay que desconfiar de las historias que se presentan como las únicas verdaderas, conocer otras versiones siempre sabiendo que lo único seguro es la incertidumbre.
Y estar seguros de esa incertidumbre, ya es una certeza de la que podemos partir