Debemos premiar el comportamiento de nuestros hijos?

Debemos premiar el comportamiento de nuestros hijos?

Premiar es mejor que castigar

Educar a los niños demanda una buena dosis de intuición pero a menudo no es suficiente, sobre todo cuando aparecen malos comportamientos que deseamos erradicar. Antiguamente se decía que “la letra con sangre entra” y se apostaba por los castigos, incluso físicos, para moldear la conducta de los niños. Sin embargo, en la actualidad sabemos que los castigos son contraproducentes y pueden dejar profundas huellas en el ámbito emocional por lo que es preferible recurrir a los premios.

Obviamente, no es posible educar solo a base de premios ya que estos también encierran cierta dosis de riesgo, sobre todo si no sabemos cuándo es el momento adecuado para dar las recompensas o si acostumbramos al niño a moverse solo porque sabe que después le espera un regalo. Premiar es mejor que castigar pero se debe hacer con mesura porque las recompensas son un arma de doble filo.

Recompensa al niño por un comportamiento específico

A menudo los padres piensan que es importante recompensar al niño cuando se porta bien. Y tienen razón, pero recompensar el buen comportamiento puede dar pie a múltiples interpretaciones. Por eso, lo mejor es recompensar comportamientos específicos, como haber hecho un proyecto de la escuela, haber recogido la habitación sin que se lo hayas pedido o haber ayudado a limpiar el jardín.

Es importante destacar que debemos premiar al niño después de la buena conducta,  ya que si recompensas a tu hijo antes de realizar una buena acción, el premio se convertirá en un soborno y le estarás enseñando a chantajearte. De hecho, ni siquiera es conveniente que le motives diciéndole que al terminar será recompensado, debes darle el premio sin haberlo anticipado.

No todas las recompensas funcionan igual para todos los niños, depende de las preferencias de cada uno y de las cosas que más ansían. No puedes recompensar a tu hijo con un dulce que detesta o con un juguete que le resulta aburrido. Antes de elegir la recompensa, piensa en las cosas o actividades que realmente le gustan y le pueden motivar.

Muchas veces los padres asocian un premio con un regalo pero no siempre tiene por qué ser así. De hecho, no debe ser así pues de esta manera solo estarás fomentando valores materialistas. Puedes recompensarle con actividades en familia, como pasear por el parque o ir en bicicleta, o incluso con unas simples palabras de felicitación o con un postre especial.

Recompensa también los pequeños objetivos

La mayoría de los padres recompensan los buenos resultados cuando termina una etapa, como por ejemplo, cuando llega a su fin el curso escolar. Sin embargo, es importante transmitirles a los niños que a veces el resultado no es tan importante como el esfuerzo. Por eso, no siempre es necesario esperar la recta final, a veces es mucho más educativo recompensar el esfuerzo que ha hecho.

También es importante que siempre le expliques al niño por qué le estás premiando. ¿Ha sacado buenas notas? ¿Ha limpiado el jardín? ¿Recogió todos sus juguetes? Hazle notar cuál es la buena conducta porque así sabrá qué esperas de él en el futuro, será consciente de lo que debe y no debe hacer.

Cabe mencionar que las recompensas no se pueden convertir en la única estrategia educativa,  ya que a la larga, serán algo habitual y perderán su valor motivacional para el niño. Es mejor utilizar los regalos y los elogios de forma ocasional. Por tanto, utiliza los premios solo para recompensar las tareas o los comportamientos que han requerido un verdadero esfuerzo o en los que ha obtenido buenos resultados.

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